Emotiva carta de ALBERTO ARCE a Vittorio Arrigoni (cooperante internacional asesinado en Gaza).——
Cuando todo acabó, no pude despedirme de Vittorio.
Salà corriendo de allà por culpa de lo mismo que ahora le está sucediendo a él. Por culpa de una panda de inconscientes que no entienden nada. Por culpa de una panda de animales que ven a un extranjero y piensan que puede servirles de algo.
Pero un año más tarde logramos encontrarnos de nuevo. Como volveremos a encontrarnos en breve.
Fue en Florencia, sentados en un cine. Como espectadores de la pelÃcula de terror que filmamos juntos durante aquellas tres semanas de mierda. Pasándonos el uno al otro una botella de agua mineral llena de vodka. No tenÃamos demasiado que decirnos. Con mirarnos y tocarnos todo quedaba claro. Nos dieron un premio. No lo celebramos. Recordábamos cosas como esta.
La noche que comenzó la invasión terrestre.
Para siempre una broma entre nosotros, la más seria de nuestras vidas, la broma a repetir antes de saltar al interior de cada ambulancia. Cada vez que salÃamos acompañando a Marwan, a Hassan o a Jamal Al Attya. “Hermano, no te mueras antes que yoâ€.
Al tipo con el que vivà cada dÃa de la Operación Plomo Fundido le están jodiendo.
Vittorio llegó a Gaza en agosto de 2008 para sumarse al grupo del ISM. Durante varias semanas acompañó a pescadores a los que las patrulleras israelÃes disparaban e impedÃan realizar su trabajo en la costa de Gaza. Vittorio fue secuestrado, esposado, encarcelado y deportado de vuelta a Italia. Su delito, filmar con una cámara de video como la armada israelÃ, en violación de cualquier norma internacional, impide a los palestinos trabajar en el mar.
Apenas dos semanas más tarde, Vittorio regresaba nuevamente en barco a la Franja. Le conocà en Larnaca. Esperando embarcar en el último barco que entró en Gaza. Bebimos mucho y hablamos más. De Orwell y España. De Italia y de Gaza. Del ISM. De los motivos que nos habÃan llevado hasta allÃ. De lo que querÃamos hacer juntos. De lo que significaba el ISM para nosotros. Sin imaginarnos lo que finalmente harÃamos.
La primera noche de bombardeos Vittorio recibió una llamada desde Chipre, le preguntaban si habÃa ido a visitar al tÃo de un amigo en Gaza. No habÃa tenido tiempo y le comunicaban que la persona a la que debÃa ver acababa de morir.
Asà comenzó todo. La primera noche de bombardeos, la primera de muchas que pasamos en vela a la puerta del Hospital Kamal Adwan, Vittorio ya quemó la baterÃa de su teléfono hablando con Italia, contando lo que veÃamos.
Como la quemó durante tres semanas transmitiendo sus crónicas para Il Manifesto, como la quemé yo para transmitir mis crónicas para El Mundo. Compartiendo libreta, bolÃgrafo y fuego, él para su pipa, yo para mis 100 cigarrillos diarios.
Compartimos, sobre todo, mucho silencio cómplice. Mucha espera. Mucha impotencia. Mucho suelo sin colchón. Observando, preguntando, escribiendo, filmando, abrazando, dando condolencias, saltando al interior de un vehÃculo junto a Marwan, encontrándonos con el infierno al final de cada viaje. Y conociendo seres humanos excepcionales. A personas que mientras conducÃan a oscuras, esquivando bombas y fósforo blanco, Vittorio arengaba y gritaba, desde la parte posterior del vehÃculo “Jallah Schumacher, Marwan, de aquà a la Fórmula Unoâ€.
Asà se escapaba y nos hacÃa escapar Vittorio del miedo durante los rallies nocturnos recogiendo palestinos muertos y heridos.
Ese es Vittorio. El que sin hablar una sola palabra de árabe conseguÃa que todos los conductores y paramédicos de las ambulancias riesen y se abrazasen en el peor de los contextos posibles.
Tras el final de los bombardeos, permanecà en Gaza apenas 24 horas Pero Vittorio se quedó. Aquellas 24 horas que para mà se conviertieron en una mala resaca, en una rueda de prensa al final del partido para Vittorio se convirtieron en muchos meses más.
Esos meses que marcan la diferencia.
Vittorio sabe de qué habla. Cuando todos nos fuimos, él se quedó. Ha vivido ininterrupidamente más de dos años en la Franja de Gaza asediada.
Un tiempo que dejará los ojos de Vittorio anclados en el gris ambiguo de quien ya podrá responder para siempre a cualquier pregunta con silencios más elocuentes que todas las palabras inventadas por Dante para describir el puto infierno.
Lo que marca su compromiso humano. Lo que quedó en Gaza tras aquella carnicerÃa. Lo que ha sucedido cuando nadie quiere escuchar, cuando a nadie parece importarle ya lo que allà sucede. Vittorio tiene la voluntad de los persistentes. La honestidad de quien está dispuesto a llegar hasta el final. Con principios y convicciones. Vittorio no es un aventurero. Vittorio es un luchador. De los que ya no quedan.
Mientras yo giraba por foros y conferencias explicando lo vivido, mientras yo editaba el documental filmado junto a Vittorio, él seguÃa en Gaza. Acompañando a los granjeros en la frontera, recuperando cadáveres que se descomponÃan en el campo, recogiendo lentejas en Khan Younis al tiempo que francotiradores israelÃes hacÃan silbar balas a centÃmetros de sus piernas. Escribiendo y grabando vÃdeos. El último, de hace menos de una semana. Explicando cómo se sentÃan sus vecinos durante los últimos bombardeos.
Vittorio es de los que se quedan cuando se apagan las cámaras y las luces. Y eso le diferencia, situándome a mà como vedette de la espectacularidad breve e intensa de los fuegos artificiales y a él como luchador. Dando ejemplo de coherencia. Un espejo en el que mirarse al que nunca llegaré a tratar de compararme. Vittorio Arrigoni es, por supuesto, más palestino que los hijosdeputa que lo han secuestrado.
Asà que no me jodas. No te mueras antes que yo, hermano.